Cualquiera que sea la motivación personal, la chispa que nos mueve saca nuestra verdadera esencia. Esta centella parece ponernos arriba de los demás, es aquella voluntad que nos saca de las bajas y nos mantiene lo suficientemente arriba como para estar conscientes del ambiente que nos rodea. Aunque ese combustible suele ser, como todo, limitado y escaso.
Los demás nunca son un impedimento para encontrar la energía de lo que nos hace querer vivir. Por más que todos tengamos un mismo concepto de éxito y felicidad en esta época, lo óptimo yace en encontrar la motivación y por tanto, la energía, que nos llevará a encontrar lo que buscamos.
Antes de que me quieran cortar la cabeza por haber hecho alusión a la esperanza, creo que hay dos etapas dentro de ella. La primera tiene que ver, por obvias razones, con las ilusiones personales y la proyección de una motivación; esta fase es la que creo no es desatinada. Siempre y cuando uno no de un paso adelante, contra la esperanza del arrepentimiento y la del ‘hubiera’, porque entonces tendemos a volvernos obsesivos y frustrados, y es ahí cuando todo se viene abajo.
Coincido con lo que alguna vez encontré y que coloqué en la primera edición de las Frases: “Algunas personas nacen siendo miserables. Algo muy dentro de ellos no les permite ser felices. Trágico, pero así es el mundo”. Aunque creo que la voluntad de cambiar siempre está ahí, y la gente que no quiere creer en su energía humana es aquella que se teme a sí misma porque nosotros mismos somos nuestros peores enemigos, si nuestro candado personal de remordimientos y rencores no nos deja abrirnos.
Si bien esta energía humana es escasa, durante esos momentos que está dentro de nosotros, suele sacar los más puros elementos de nuestro ser, entre ellos: la creatividad y la voluntad de trascender. Es en ese momento cuando los sueños deciden tomar otro nivel, y las ideas se unen para llegar a un proceso menos abstracto y más delimitado.
Ellos no son un impedimento. Nosotros mismos somos nuestro obstáculo. Creo que la clave yace en no vivir en la segunda etapa de esperanzas, sino reflexionar con ayuda de la primera, donde se trata de echar a andar la energía del motor de la vida.
Los demás nunca son un impedimento para encontrar la energía de lo que nos hace querer vivir. Por más que todos tengamos un mismo concepto de éxito y felicidad en esta época, lo óptimo yace en encontrar la motivación y por tanto, la energía, que nos llevará a encontrar lo que buscamos.
Antes de que me quieran cortar la cabeza por haber hecho alusión a la esperanza, creo que hay dos etapas dentro de ella. La primera tiene que ver, por obvias razones, con las ilusiones personales y la proyección de una motivación; esta fase es la que creo no es desatinada. Siempre y cuando uno no de un paso adelante, contra la esperanza del arrepentimiento y la del ‘hubiera’, porque entonces tendemos a volvernos obsesivos y frustrados, y es ahí cuando todo se viene abajo.
Coincido con lo que alguna vez encontré y que coloqué en la primera edición de las Frases: “Algunas personas nacen siendo miserables. Algo muy dentro de ellos no les permite ser felices. Trágico, pero así es el mundo”. Aunque creo que la voluntad de cambiar siempre está ahí, y la gente que no quiere creer en su energía humana es aquella que se teme a sí misma porque nosotros mismos somos nuestros peores enemigos, si nuestro candado personal de remordimientos y rencores no nos deja abrirnos.
Si bien esta energía humana es escasa, durante esos momentos que está dentro de nosotros, suele sacar los más puros elementos de nuestro ser, entre ellos: la creatividad y la voluntad de trascender. Es en ese momento cuando los sueños deciden tomar otro nivel, y las ideas se unen para llegar a un proceso menos abstracto y más delimitado.
Ellos no son un impedimento. Nosotros mismos somos nuestro obstáculo. Creo que la clave yace en no vivir en la segunda etapa de esperanzas, sino reflexionar con ayuda de la primera, donde se trata de echar a andar la energía del motor de la vida.
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